SERGIO MENDES: INTÉRPRETE INOLVIDABLE DE LA MÚSICA BRASILEÑA.

SERGIO MENDES:  INTÉRPRETE INOLVIDABLE DE LA MÚSICA BRASILEÑA.

Con la partida de Sergio Mendes muere, de algún modo también, un trozo de la historia y de la memoria musical del Brasil. Mendes representó a través de su música todo lo que ha sido Brasil para sus admiradores: una mezcla espontánea de culturas, una combinación delicadamente explosiva de los sonidos y el ánima de las tribus del Brasil, de América toda, así como de la música de los esclavos y los europeos que alguna vez lo habitaron

 

El pasado 5 de septiembre el mundo se enteró de la triste noticia del fallecimiento de Sergio Mendes, en la ciudad de L.A.
Sergio Mendes fue uno de los mejores embajadores de la música brasileña, en Latinoamérica y el resto de los continentes.
A finales de los años 60, durante toda la década de los años 70, y de ahí en adelante, la música de Sergio Mendes ha estado en la discoteca de los hogares de la gente del común, y de los que se precian de ser expertos en música culta.
Mendes nació en 1941, en la población de Niterói, una ciudad de la provincia de Río de Janeiro, que se destaca por haber sido la única ciudad de Brasil fundada por un indígena, de la tribu tupí.
Para los latinoamericanos Sergio Mendes es sinónimo de Brasil y Brasil para Latinoamérica constituye algo así como el hermano mayor de todos, por varias razones: es el país con mayor extensión de tierras de este continente; fue durante muchos años, junto a Argentina, el país con los mejores indicadores económicos, y aún hoy sigue siéndolo; es el país que en más ocasiones ha ganado la Copa Mundial de Fútbol (Pelé ha sido considerado uno de los mejores jugadores de todos los tiempos); en él conviven todas las culturas (indígena, afro y europea) que dieron origen al mestizaje en América; es el lugar donde mejor se ha conservado esa rica diversidad cultural. Allí mismo, y por todas estas razones, sus músicos han sabido recoger y combinar los sonidos de los instrumentos de cada cultura, combinándolos sin modificar ni una sola partícula del espíritu que sus antepasados (los antepasados de toda América) plasmaron en cada una de las escalas, notas y melodías de sus canciones. El portugués, la lengua de sus conquistadores, jamás fue, ni ha sido, obstáculo para despojar de todos estos títulos a Brasil, ese hermoso país y hermano ejemplar.
Para los jóvenes colombianos de los años 60 la música de la “Nueva Ola” estaba compuesta por la música de un grupo jóvenes británicos, Los Beatles, que habían conquistado los escenarios de Europa y América, el rock and roll de Elvis Presley que aún se escuchaba en las emisoras de la radio, las canciones de jóvenes músicos argentinos, mexicanos y algunos otros españoles, y la música de un pequeño grupo de talentos colombianos que fueron descubiertos en “El Club del Clan”, un programa que se emitía en blanco y negro por la televisión colombiana. Brasil empezaba a sonar en las distintas emisoras de radio, a través de Antonio Carlos Jobim, un músico y compositor que deleitaba con Wave y Desafinado, dos temas excepcionales de música jazz y bossa nova que tenían una extraordinaria carga de emociones y sensaciones sonoras (composiciones que Mendes consideraba de estilo minimalista, porque las acompañaba siempre y solamente una guitarra acústica y la voz del intérprete excepcional de turno). Jobim admiró siempre la cultura del jazz, toda la música de Broadway, la samba y el folclore brasileño. Con Jobim se escuchaba también a Vinicius de Moraes, Caetano Veloso y Gilberto Gil, y entre las mujeres sobresalían Gal Costa, Astrud Gilberto, María Bethania, etc.
Mientras que estos cantantes y músicos ya tenían un lugar en los escenarios del mundo, Sergio Mendes empezaba a incursionar y a hacer sus primeras pruebas como intérprete de alto nivel en los clubes nocturnos más famosos de Copacabana, como Bottles Club. En ese tiempo había organizado un trío compuesto por un piano (que tocaba Sergio Méndes), un bajo y una batería. Mendes quedó gratamente impresionado por la música del cuarteto The Dave Brubeck Quartet, especialmente con la melodía Take Five. A partir de allí empezó a pensar en fusionar, como ya lo habían hecho otros, la música brasileña (samba, folclore brasileño) con el jazz. Así como a Carlos Jobim le había impresionado Broadway, a Sergio Méndes le impresionaron las películas de Fellini, Jean Luc Godard y Kurosawa.
Sergio Mendes le dio un giro a la interpretación que hacían los compositores y cantantes del Bossa Nova (Nueva Ola brasileña,) introduciendo nuevos instrumentos y ritmos, inspirados en el jazz, el bossa nova, y esa música de los sentidos, delicada, misteriosa y seductora, con la cual los directores de cine de los años 60 usualmente recreaban las escenas más románticas, o surrealistas, de la pantalla gigante.
Cuando Mendes era ya un destacado intérprete del piano, uno de los músicos de Bottles Club enfermó y le pidió a Sergio Mendes que lo sustituyera. Fue así como Sergio Mendes llegó con su banda a Copacabana. Más adelante fue invitado con su Sexteto Bossa Río a Nueva York, en 1962. Fue allí donde tuvo la oportunidad de presentarse en el Carnegie Hall, en un concierto de Bossa Nova. En esta ciudad, además, grabó un álbum con el saxofonista Cannonball Adderley.
En 1964, la revolución se tomó las calles del Brasil y la dictadura militar arrolló a los ciudadanos y a las instituciones. Este hecho obligó a Mendes a exiliarse en Estados Unidos.
En 1965 formó una banda, Brasil ’65, que no alcanzó el éxito esperado.
En 1966, durante una gira, escucha por azar a una joven cantante, Lani Hall, de voz cálida, que lo atrae y lo atrapa para siempre. Inmediatamente decide contratarla. Lani Hall fue ese pequeño gran ingrediente que le faltaba a su banda para que se convirtiera en uno de los grupos más representativos de la música del Brasil.
Más adelante, Herb Alpert, un reconocido productor y director del sello discográfico americano A&M, descubre a Mendes y decide grabar con él y su banda Brasil ‘66. Con Herb Alpert y Lani Hall, Sergio Mendes grabó Brasil ‘66 y alcanzó la fama mundial con temas como Mais Que Nada, One Note Samba, The Joker, Going Out Of My Head, Day Tripper, Agua de Beber, Viento lento y caliente, Berimbau, etc.
Sergio Mendes fue experto en realizar versiones nuevas, todas exitosas, de temas de compositores e intérpretes de cada tiempo (Jorge Ben, Antonio Jobim, The Beatles, Vinicius de Moraes, Simon & Garfunkel, etc.)
En 1968, Gracinha Leporace (quien años más tarde se convertiría en su segunda esposa) reemplaza a Lani Hall como vocalista del grupo. Mendes decide fijar su residencia en Los Ángeles. Allí, en el jardín de su casa, construye su estudio, bajo la batuta del joven Harrison Ford, que aún no había llegado a la pantalla gigante de Hollywood. Con Gracinhia realiza giras durante varios años.
En 1977, Mendes lanza el álbum Sergio Mendes & Brasil ’77. En él incluye temas que había grabado ya en los años 60, pero con un toque diferente, más acorde con la música pop y la música soul de los años 70. Temas como Viramondo (Gilberto Gil/José Carlos Capinan; Goig Out Of May Head (Randazzo/Weinstein); Carnival Medley (a), Jogo de Roda (Edu Lobo/ Ruy Guerra) (b) Canto de Ubirantan (arreglo original Sergio Mendes) (c) After Sunrise (S. Neto/ Óscar C. Neves); Fool On The Hill (Lennon/McCartney): Chelsea Morning (Joni Mitchell); Sometimes In Winter (S. Katz): Mais Que Nada (Ma-Sh Kay Nada) (Jorge Ben); The Look Of Love (Bacharach/David) lograron el éxito a nivel mundial.
A partir de allí, Mendes supo renovarse y estar a la altura de cada tiempo grabando con diferentes artistas de los más variados géneros. En 1983, grabó junto a Joe Pizzulo y Leza Miller Never Gonna Let You Go, En 1993, junto a Carlinhos Brown grabó la versión de Magalenha, volviendo de lleno a los sonidos del Brasil. Este tema hizo parte de la película Baila conmigo, en 1998. En 1996, el músico y rapero Will.i.am (del grupo Black Eyed Peas) busca a Mendes, para sugerirle la reedición y grabación de varias de sus canciones, esta vez al ritmo del rap, que en ese momento empezaba a hacer furor en varios de los escenarios del mundo. En el 2010, Mendes participó en la película Río, como productor musical ejecutivo, en compañía de Carlinhos Brown. Río fue dirigida por Carlos Saldanha. En el 2014, el cantante John Legend, por iniciativa de Sergio Mendes, compone la letra de la canción Don’t Say Goodbye. En el 2020, Mendes graba La Noche Entera con el dúo colombiano Cali & El Dandee.
Más allá de los Premios Grammy que recibió, o de los 35 álbumes que grabó, o de sus numerosos éxitos y conciertos ofrecidos a lo largo y ancho del planeta, Sergio Mendes nos deja el recuerdo de un músico excepcional, talentoso, que supo adaptarse a todos los tiempos, pero, sobre todo, que supo interpretar como nadie la música de su país de origen.
Podemos afirmar que fueron varios los hechos que favorecieron a Sergio Mendes como artista: 1. Su preparación y talento. Como bien lo anota Leila Cobo, (periodista y música de nacionalidad colombiana, directora ejecutiva para contenido y programación latina de la revista Bilboard, en el documental En El Tono De La Alegría (productor John Scheinfeld), sobre la vida de Mendes, que ahora se puede ver en la plataforma HBO (Max): “El hecho de que fue capaz de reinventarse a sí mismo completamente, reposicionarse, y lanzar su increíble y exitosa carrera aquí, habla mucho de lo que es su preparación, su talento y la originalidad de su sonido. Él dijo que tuvo mucha suerte, y sí, creo que tuvo mucha suerte, pero claro que la suerte favorece al bien preparado. Brasil ’66 fue inventado aquí (USA) y eso fue lo que lo hizo un fenómeno global”; 2. La fusión original de los sonidos de su música que atrapaban a quien la escuchaba. Su música estaba por encima de la letra de las canciones que interpretaba. Así, la música de Mendes y la interpretación de Lani Hall, en Mais Que Nada, adquieren un protagonismo tal que, sin desvirtuar o invisibilizar la letra, la convierten en un tarareo obligado y espontáneo que se diluye naturalmente dentro de la canción; 3. La serendipia, ese azar que siempre lo acompañó para bien. Gracias a este halo mágico que lo arropó siempre pudo salir de Niterói, llegar a Copacabana, dar el gran salto a Nueva York, grabar con Cannonball Adderley, refugiarse definitivamente en Estados Unidos, conocer en una gira a Lani Hall, ganarse la confianza de Herb Alpert y Devin Morrison, los dueños de A&M, llegar a Los Ángeles y allí grabar con artistas de otros géneros musicales, gracias a los cuales pudo reinventarse; 4. La música de Sergio Mendes fue siempre atemporal, y seguirá siéndolo. Por este hecho logró durante 50 años acomodarla a los ritmos de los más variados géneros musicales: 5. La cultura brasileña fue su pilar principal. A pesar de haber producido a varios cantantes norteamericanos y de otras latitudes, nunca olvidó la cultura brasileña sobre la cual edificó toda su carrera exitosa.
Con la partida de Sergio Mendes muere, de algún modo también, un trozo de la historia y de la memoria musical del Brasil. Mendes representó a través de su música todo lo que ha sido Brasil para sus admiradores: una mezcla espontánea de culturas, una combinación delicadamente seductora de los sonidos y el ánima de las tribus de Brasil, de América toda, así como de la música de los esclavos y los europeos que alguna vez lo habitaron. Su estilo especial, sus ritmos suaves y melodiosos, pero, también, su interpretación del folclore brasileño, aprovechando todo ese patrimonio musical e instrumental de su país hicieron de Sergio Mendes uno de los músicos más importantes de Brasil.

 

Silvia Castillo Medina.

Cajita de Música

Back To Top
Theme Mode